Los artistas se consagraron a producir obras de arte por encargo de la monarquía y de la Iglesia. Buscaban atraer la atención por la espectacularidad de su obra. Todo se llena de adornos, al contrario de la sencillez renacentista.
Los edificios se llenaron de adornos decorativos, como la fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago.
Los pintores y escultores crearon sus obras con intenso color y dramatismo, como podemos ver en los cuadros que representan martirios de santos o en las vírgenes dolorosas de los pasos creados para la Semana Santa.
A este siglo XVII se le llama la Edad de Oro de la pintura española, siendo los pintores españoles unos de los mejores de Europa, como por ejemplo: Ribera, Zurbarán, Murillo y especialmente Velázquez que es el más importante.
Los reyes Borbones mandaron construir nuevos palacios tomando como modelos los franceses y los italianos. Los palacios más importantes son el Palacio Real de Madrid, el de La Granja (Segovia) y el de Aranjuez (Madrid).
Pero otros edificios se construyen según el estilo llamado neoclasicismo. El estilo neoclásico surge opuesto al Barroco y se inspira en la sencillez del arte clásico de Grecia y Roma.
Este estilo lo podemos contemplar en el Museo del Prado y en el Observatorio Astronómico de Madrid, construidos por Juan de Villanueva.
El pintor más importante de esta época fue el aragonés Francisco de Goya que continuó la tradición del siglo XVII y fue precursor de muchos rasgos de la pintura moderna. También en sus obras criticó el atraso cultural y social de España.
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